jueves, 23 de abril de 2015

Aceptarnos o morir en el intento

Belleza 101

Hace un par de meses, cuando se gestaba la idea que me llevó a escribir este artículo, buscaba en Google investigaciones relacionadas con el hecho de cómo la sociedad en general está obsesionada con la belleza, para mi sorpresa, la mayoría de los resultados evidencian que actualmente tal obsesión tiene su epicentro en Latinoamérica, haciendo gran énfasis Venezuela, región en la que el negocio de la belleza es el sector más lucrativo del país (cirugía plástica, tratamientos estéticos, salones de belleza), sólo por detrás de la industria petrolera.

Sí bien es cierto que los nativos venezolanos estamos familiarizados con ello, son pocos los que nos hemos detenido a analizar el efecto que esto ha tenido en nuestra cultura. Desde que somos chicas nos someten al escrutinio de un “público” que añora la perfección, la imagen idealizada de las tan aclamadas reinas de belleza y la obligación de que todas cumplamos con los estándares físicos que esto conlleva, teniendo que afrontar el hecho de que la imagen representada por la típica Miss Venezuela (creada por el cubano Osmel Sousa, presidente del certamen) no es precisamente la ejemplificación de la típica mujer venezolana. Tal factor ha dejado a su paso generaciones completas de jóvenes inconformes con su apariencia, quienes además de perseguir y/o hacer casi cualquier cosa por adaptarse a ese estándar impuesto, se dedican a criticar o juzgar a todo el resto de las mujeres que no se adapten al mismo. 

De igual manera, en un país donde la mayoría de los habitantes son mestizos o afro-descendientes, es usual que la convivencia entre mujeres sea tan hostil que roce el racismo, y la “apropiación cultural”. Osmel, respaldado por Gustavo Cisneros (responsable de la difusión en los medios), se ha encargado de crear el molde al que son sometidas las candidatas a la corona para acercarse lo más posible al ideal, asimismo ha asegurado en el pasado que el Miss Venezuela no es concurso “natural” y que para ser bella es necesario someterse a cirugías estéticas que lo permitan. Ese estándar, según se analiza en un artículo publicado por el International Business Times, emula atributos físicos asociados a la mujer “blanca” y europea, características con las que por naturaleza las venezolanas no cuentan, causando frustración y baja autoestima.

La internacionalización de los parámetros de belleza venezolanos ha llevado a la aún mayor masificación de la “mujer ideal” latinoamericana, sin embargo, al analizar de manera filosófica lo que es la belleza, inevitablemente nos enfrentamos al hecho de que la “mujer ideal” no existe, pues según el planteamiento subjetivista la belleza de un objeto depende de la apreciación que de este objeto haga el sujeto. Es decir, depende de la valoración que le otorgue quien la aprecie. Por ende, la belleza es una noción abstracta.

Es necesario añadir que la búsqueda de la belleza ideal no es un asunto de la modernidad, pues a lo largo de la historia han existido una gran variedad de métodos, técnicas e inclusive artefactos que prometían alcanzar lo inalcanzable. La verdad es que varios de ellos parecen sacados de una película de terror:


El Beauty Micrometer, desarrollado por Max Factor, se usaba para tomar las dimensiones del rostro de la mujer y detectar hasta las más mínimas imperfecciones, de manera que estas pudiesen ser corregidas con maquillaje.

En 1890 el Harness Magnetic Corset aseguraba corregir hasta la figura más desprolija, logrando perjudicar los órganos internos y desplazar las costillas.



Las Toilet Masks o Face Gloves debían ser usadas para dormir y prometían eliminar tus imperfecciones a tal punto que no iba a ser necesario el uso posterior de maquillaje.

La generación del other-steem

Con el boom de las redes sociales nació lo que me gusta llamar “la generación del selfie”, la cual está formada por un grupo de individuos cuyo único norte está orientado hacia sí mismos, el qué dirán y su reputación online. No, acá no vamos a satanizar la selfie como tal, esto es algo diferente. La selfie per se es inofensiva, nace con la finalidad de que podamos compartir momentos, situaciones o experiencias en la web, no obstante la generación del selfie o selfie-addicts usan esta forma de expresión para buscar aprobación. Es decir, sí te tomas una selfie, la publicas y te trae sin cuidado cuantos likes le den a tu foto o cuantos comentarios te hagan al respecto, no formas parte de este grupo.

Algunos estudios recientes (puedes leer al respecto acá o acá) establecen una relación entre los selfie-addicts y las repercusiones psicológicas que esto causa, asegura que este grupo de personas podría tener muy baja auto-estima. La escritora y humorista Donna Highfill opina en un ensayo que escribió para el Hiffington Post el año pasado “me temo que lo peor de los humanos sale a relucir cuando estamos obsesionados con nosotros mismos”.

Asimismo un experimento realizado en el año 2002 por Jennifer Crocker, psicóloga de la Universidad de Michigan, demuestra que buscar subir la autoestima con agentes externos tiene consecuencias en la salud psicológica. Además, el psicoterapeuta Mel Schwartz añade “La auténtica autoestima no depende de otros o de cosas externas a uno, creer esto es la manifestación de tener una mala relación con nosotros mismos. La verdadera autoestima es la que fluye desde adentro”.

Mel acuña el término other-steem refiriéndose al boost de “autoestima” que recibimos por parte de otras personas cuando nos dan su aprobación (likes, comments, follows) o cuando recurrimos a métodos externos/físicos/tangibles para sentirnos mejor con nuestro aspecto. Una vez entendido eso, podemos cambiar el frase “la generación del selfie” por “la generación del other-steem” para enfocarnos así en el verdadero problema.

El mito del bisturí

Hoy día hemos convertido a las celebridades, youtubers, y otras personalidades de la Internet en modelos a seguir, queremos lucir como ellas, queremos ser como ellas, queremos ser ellas. Para alcanzar esto muchas mujeres están dispuestas a someterse a numerosos tratamientos estéticos quirúrgicos para lograr un único objetivo: gustarse físicamente.

Lo cierto es que aunque efectivamente la cirugía da un boost a la autoestima y a la seguridad, no arranca el problema de raíz. Todo lo que logra la intervención es cambiar la apariencia física y no el estado mental, tarde o temprano la falta de autoestima se manifestara mediante la inconformidad con otra parte del cuerpo. Aunque parezca obvio no lo es tanto: la cirugía no nos convierte en otra persona, solo cambia el cómo nos vemos.

La cirugía plástica ya no es solo un factor común exclusivo entre las clases altas, incluso mujeres con limitaciones económicas hacen todo tipo de sacrificios para poder realizarse intervenciones, en el peor de los casos, ponen en riesgo su salud para tener lo que creen es un cuerpo perfecto (lee más acá o acá). Por ejemplo: recientemente la vedette venezolana Jennifer Aboul, quien llevaba más de un año sin aparecer en las redes sociales, anunció por su cuenta de Twitter que por una mala praxis médica se verá obligada a “dejar de hacer lo que ama” y a ello añade que se practicó una liposucción para arreglar “detalles que nadie ve” pero que por lastima “le salió cara la cosa”, causando entonces problemas de autoestima aún peores de los que ya padecía. .

Así pues, al someterse a un proceso quirúrgico, es necesario tener en cuenta los motivos/razones por los que se desea hacer el cambio, algunos profesionales recomiendan solicitar asesoramiento psicológico días antes de la intervención. Además es importante asegurarse de que el médico que realizará la operación esté debidamente certificado e informa a la paciente a cerca de los riesgos que implica una cirugia cosmetica de cualquier indole.

En otro orden de ideas, mucho se ha estudiado sobre si es correcto o no que los adolescentes se sometan a tratamientos esteticos para minimizar los complejos típicos de la edad, sin embargo se deduce que a pesar de que en algunos casos las cirugías correctivas tienen consecuencias positivas, las cirugías cosméticas a esa edad podrían impedir que el individuo madure y/o aprenda a quererse a sí mismo debidamente (lee más acá).

No es lo recomendado que a esa edad, en la cual se debería estar forjando la identidad, en lugar de motivar al adolescente a que haga ejercicio y sea saludable, se le incentive a someterse a cirugías para adaptarse al estándar aceptado por la sociedad. De igual forma (y esto aplica en cualquier etapa de la vida de un individuo) no es ideal hacer más por la salud o aspecto físico que por la salud mental, buscar el equilibrio entre ambas partes no sólo es sano, es lógico.

En lo particular, opino que las cirugías plásticas están bien siempre y cuando el individuo cumpla con lo antes mencionado. Alimentar el other-steem, por ejemplo, colocando fotos post-operatorias, o esperando que los demás noten el cambio sólo garantiza una satisfacción temporal.  

La nueva onda fitness

Cada cierto tiempo reaparecen tendencias que, durante su estadía en la opinión pública, hacen cierto bien. La adopción de animales, la prohibición de las corridas, el veganismo, la donación de cabello a niños/as con cáncer y más recientemente lo que llamo La nueva onda fitness, buscan generar cambios colectivos + productivos en la sociedad, y a ello aplaudo.

Sin embargo me voy a detener en un punto que esta tendencia ha enfatizado (a pesar de que siempre ha existido) y que por tanto nos hace más difícil aún la tarea de aceptar nuestro cuerpo: BODY SHAMING. El 2014 fue uno de los años en los que más he registrado casos de body shaming,  y contrario a lo que se cree esto es algo que no sólo afecta a sujetos con sobrepeso, en realidad afecta a cualquier persona que no tenga el cuerpo de una modelo de Victoria’s Secret.

Y no sólo basta con tener que someternos al escrutinio de la fashion police urbana o más apropiadamente body police, cada vez que subimos una foto o vamos de camino a la oficina, además tenemos que lidiar con que nada de lo que hagamos es suficiente: estar sano no basta, hacer ejercicio no basta, sumarse a la onda fitness no basta, siempre habrá algo malo a lo que apuntar. Incluso la red social Facebook agregó a su lista de “estados de ánimo” la palabra fat como una opción.

Una vez escuché a una chica decir ¿Qué va a saber una gorda de estar saludable? Y heme acá, pesando 80 y algo de kilos, comiendo mis vegetales y caminado como 5km al día (porque si algo tiene esta ciudad es que quieras o no caminas un montón) Pero si, quizás no soy el mejor ejemplo de alguien que se mantiene fit, al igual que eso no impide senjtirme cómoda en mi propia piel, ni mucho menos que exprese mi opinión al respecto.

A lo anterior añado que he notado lo siguiente: aparentemente ahora también es tendecia decir que las modelos/bloggers plus size promueven la obesidad, como sí estar a gusto con su apariencia fuese un delito. A ver, quien promueve la obesidad es aquel que niega los beneficios de estar en forma, hacer ejercicio y  comer adecuadamente, la mayoría de las bloggers/modelos plus size que leo no hacen eso, por el lado contrario casi todas ellas se encuentran en la búsqueda o camino hacia un modo de vida más fit, por así decirlo.

Un ejemplo de ello es la blogger venezolana Anna Spadolini, quien ha sido reprendida constantemente por colocar fotos en traje de baño, o básicamente por no tener un cuerpo “digno” de exhibir en la playa/piscina, para no mencionar directamente los comentarios de algunos lectores. Con su slogan “el estilo no viene en tallas”, desafía la postura de la típica venezolana y comparte con su audiencia el cómo se plantea tener cada día una rutina más healthy. Otros blogs similares son los de Louise o Cora.

Sin duda alguna hacer ejercicio es una de las maneras más simples y efectivas de sentirse bien con una misma, sin embargo y en aras de cultivar la salud interna más seguir evitando que el body shaming nos afecte, recomiendo :

Sí ya formas parte de la onda del fitness invita a otras personas a hacerlo contigo. Esparce el bien, pero no juzgues a quienes no se sumen.

Sí antes tenías sobrepeso y con ayuda del ejercicio/régimenes dietéticos bajaste un par de tallas, no te refieras de forma despectiva a quienes no lo hacen como sí anteriormente no hubieras estado en esa situación.

Respeta a quienes se sienten cómodos con su cuerpo y apariencia en general, esté como esté, saludable o no. No los critiques, no los señales. Celebra su autoestima. .

Ser mujer es un trabajo en equipo, ayudémonos a ser más felices, a apreciarnos interna y externamente.

Quienes no se sienten cómodos con su cuerpo pero aún así no tienen la voluntad de hacer algo para remediarlo seguramente no tomarán tus consejos, por buenos o necesarios que sean. Let them be.

¿Aceptarnos o morir en el interno?

Entre muchas de las anécdotas que salen a relucir esos sábados por la noche, cuando todos los presentes están a media ebriedad, mi novio una vez nos habló sobre una chica a la que llamaban “cuerpo de cotufa”… Sí, ya sé que es gracioso, pero meses depués me percaté de que seguramente para ella no lo era en lo absoluto. Qué tan egoístas podemos llegar a ser como para no ponernos en los zapatos del otro/a, sólo porque estamos en forma o porque somos fit o porque simplemente nos creemos mejores que los demás, aunque no queramos aceptarlo. Más lindas, más “dotadas”, más inteligentes…

Piénsenlo por un minuto. Hablar desde la zona de confort es perjudicial, revela que se tiene el autoestima bajo, es indicador de soberbia, egocentría, vanidad y lo que es peor, inseguridad, debido a que cuando hablas mal de otra persona en realidad estás hablando de lo que está mal en ti (psicología 101 acá) Un mecanismo de defensa para “sentirnos mejor”. Es fácil estar desde el lado que la sociedad considera adecuado, lo difícil es nadar contra corriente, querer ser en una realidad que te lo impide. Y hacerlo, a mi parecer, es digno de admirar.

Sonará cursi, trillado, empalagoso, lo sé, pero lo cierto es que la belleza viene implícita en nosotros desde el día que nacemos. No hay parametros reales, sólo los impuestos por el cine, la TV, la Internet u otros medios para adultos como Playboy, y todos sabemos que esos estándares son es tan falsos e irrelevantes como un talk show de Señorita Laura. No ser como te lo exigen no debe ser impedimento para aceptarte, ni la presión de serlo debe ser un impedimento para dejar de ser tu misma.

Habrá quienes prefieran hacer caso omiso a mis palabras porque criticar se les hace muy divertido, cómo he escuchado por ahí, o porque hay quienes no se gustan pero consideran que su autoestima ya está on point, pero a las que después de tanta habladería han leído hasta el final, les pregunto:

¿Estar conforme a medias es mejor que ser feliz? ¿Nos aceptamos… O morimos en el intento? 

Por: Andrea López

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