*Artículo interpretativo
La colección musical
de Hitler
Por
Andrea López
Gestalt
Nuestros
sentidos nos permiten percibir sólo una pequeña porción del mundo exterior.
Nikola Tesla
A finales del siglo
XIX, el filósofo austríaco Christian Von Ehrenfels introdujo por primera vez el
término Gestalt, en su publicación En las Cualidades de la Forma (1890).
Aunque este vocablo no tiene traducción exacta, usualmente se le entiende por
“forma” o “figura”. El significado de Gestalt
es ilustrado a cabalidad por la máxima de Kurt Koffka el todo es más que la suma de sus partes (la traducción original
es el todo es la suma de sus partes).
La mente clasifica
los elementos que capta a través de canales sensoriales como la percepción, la
memoria o el pensamiento; la clasificación o codificación de los elementos es
el todo y su contenido son las partes, sólo al tomar en cuenta a cada uno de
los elementos como parte de un todo y no por separado entenderemos realmente el
funcionamiento de la mente de un individuo.
Mediante la terapia gestáltica (creada por Fritz
Perls, Laura Perls y Paul Goodman en las décadas de los ’40 y los ’50 del siglo
XX), la psicología de la Gestalt se
ocupa de la organización cognitiva y perceptiva de los estímulos sensoriales.
Además, a través del estudio minucioso de la percepción y desenvolvimiento
particular de un individuo, la terapia pretende guiar al paciente hacia la
autorrealización.
Por otro lado, uno de
los principios que caracteriza la corriente es el de la relación entre figura y
fondo (planteado por los psicólogos Wertheimer, Köhler y Koffka a principios de
1910): el cerebro no puede interpretar un objeto como figura o fondo a la misma
vez; la imagen del objeto dependerá de la percepción. Otro ejemplo es el
principio de la simetría: las imágenes simétricas son percibidas como iguales,
como un elemento único.
Según el principio de
la experiencia, tanto la percepción como el sistema nervioso, desde el punto de
vista biológico, se ha ido formando por el condicionamiento exterior, es decir,
todo lo que el humano percibe es debido a un previo condicionamiento dado por
las circunstancias de su existencia. El cambio de la percepción de un individuo
podría transformar drásticamente su desenvolvimiento e interacción con el medio
ambiente.
Los especialistas de
la psicología Gestalt puntualizaron
que los principios de la organización perceptual explican las percepciones
visuales, auditivas, táctiles, más otros procesos como la memoria y el
pensamiento.
Psicología musical
Así como los ojos están formados para la
astronomía, los oídos lo están para percibir los movimientos de la armonía.
Platón
La apreciación de la
música obedece a la capacidad del humano para descubrir patrones de sonido e
identificarlos en ocasiones posteriores. Sin la existencia de canales
sensoriales que perciban el sonido no podría existir la música, por tanto, el
consenso cultural sobre lo percibido variará dependiendo de las percepciones
que la población haya tenido.
Howard Gardner define
la inteligencia musical como la capacidad de entender y desarrollar técnicas musicales.
La psicología musical es la disciplina que estudia los efectos psicológicos de
la música sobre el ser humano. Este campo se ocupa de analizar la emoción musical,
la memoria musical, las habilidades musicales, la percepción musical y la
musicoterapia.
El sistema cognitivo
básico de un individuo contiene una actividad cerebral comprendida en su
coordinación motora; los sentimientos percibidos por el sistema determinan las características
de sus habilidades musicales. Bajo este concepto, la capacidad de componer o
interpretar piezas musicales depende, una vez más, de la percepción individual
del sujeto que ha sido previamente moldeada por un seriado de experiencias.
Las actividades
sensoriales, afectivas e intelectuales de la música se localizan en diferentes
partes del cerebro; cada humano posee un cerebro diferente, que recoge en su
estructura toda la historia personal, biográfica, genética, biológica, cultural
y social, que lo ha moldeado y desarrollado diferenciándolo del resto. Tales
factores determinan entonces el impacto psicológico que imprimen las actividades de la
música en un individuo.
Al interpretar,
componer, escuchar o concretamente, pensar y actuar sobre sonidos, la red de neuronas
se amplía con una serie de conexiones únicas, distintas a todas las demás, que
podrían definirse como los “engramas” o huellas dactilares a las que ha dado
lugar la actividad musical.
Un ejemplo preciso para
ilustrar el argumento es el llamado Efecto
Mozart, hipótesis que surgió en la década de los ’90 en Estados Unidos tras
una larga sucesión de investigaciones. La hipótesis sugiere que la exposición
prolongada a sinfonías de Mozart induce un incremento considerable de la
inteligencia, por corto plazo.
En 2003, un grupo de
la universidad de California realizó un experimento para probar la veracidad
del Efecto Mozart, la investigación fue publicada en la revista Nature, donde
los intelectuales alegaban que diez minutos de una sonata de piano de Mozart
bastaban para mejorar el razonamiento.
Cuatro años después,
en 2007, un grupo de investigadores alemanes desmintió la teoría tras realizar
un análisis a cerca de la literatura relacionada con la psicología musical, concluyendo
que escuchar música no hace a una persona más inteligente.
Desde entonces se han
realizado algunos experimentos en pacientes con enfermedades psiquiátricas que
han mostrado mejorías al escuchar Mozart; de igual manera con madres
embarazadas que oyen sonatas de piano durante el proceso de gestación, con la
finalidad de avivar la creatividad de sus futuros bebés. Sin embargo, en todas
las ocasiones este efecto ha sido tildado como placebo.
Al traer a colación
un poco de lo leído sobre la psicología de la Gestalt podemos concluir que la percepción del individuo expuesto a
la música de Mozart (y al entenderla como un todo) es lo que determina el efecto psicológico o la ausencia de este,
es decir, el incremento de la inteligencia, potenciación del racionamiento o
avivamiento de la creatividad.
La psicología musical
es quizás la clave para entender el comportamiento humano, no sólo en el
presente, también a lo largo de la historia. Detrás de cada guerra, genocidio o
cualquier otro evento catastrófico intencionado, ha habido una figura, un líder
cuyas acciones han sido, en un buen porcentaje, influenciadas por la música.
La colección musical de Hitler
En verdad, si no fuera por la música, habría
más razones para volverse loco. Piotr Ilich Tchaikovski
En 2007, el diario
inglés The Guardian reveló que Lew Besymenski, un oficial de inteligencia
soviético, encontró la colección de discos de la cancillería de Hitler en mayo de 1945, cuando se le ordenó realizar una búsqueda poco después de Berlín cayó al Ejército Rojo. Aproximadamente 100 discos de gramófono fueron empacados en cajas y marcados con la etiqueta Führerhauptquartier - HQ Führer.
soviético, encontró la colección de discos de la cancillería de Hitler en mayo de 1945, cuando se le ordenó realizar una búsqueda poco después de Berlín cayó al Ejército Rojo. Aproximadamente 100 discos de gramófono fueron empacados en cajas y marcados con la etiqueta Führerhauptquartier - HQ Führer.
Besymenski no
mencionó la colección en su vida, cuando murió, a los 86 años, la colección se
puso a disposición de la revista Der Spiegel. En un documento que dejó tras su
fallecimiento Besymenski escribió "había grabaciones realizadas por las
mejores orquestas de Europa y Alemania con los mejores solistas de la época me
quedé asombrado de que los músicos rusos se encontraban entre la
colección."
La pasión de Hitler
por Richard Wagner es asunto sabido, sin embargo, la colección contiene obras
de Tchaikovsky, Huberman, Rachmaninov y Borodin, a pesar de que Hitler declaró
en Mein Kampf “nunca ha habido arte judío y no hay nada hoy (…) Las dos reinas
de las artes, la arquitectura y la música, no ganaron nada con los
judíos".
Además, expulsó a los
músicos judíos y rusos de las salas de conciertos durante el Tercer Reich,
afirma en Mein Kampf que no había la cultura judía independiente, y se refirió
a los rusos como infrahumanos, sin embargo, al mismo tiempo, Adolf Hitler
escuchaba su música en secreto.
La influencia de la
ópera de Richard Wagner en Adolf Hitler es clara, Wagner fue antisemita,
entusiasta de existencialistas como Schopenhauer y Nietzsche, de pensamiento
político radical. Pero Hitler mantuvo una doble vida musical, oía Tchaikovski,
que probablemente simbolizaba para él todo lo contrario a los ideales que
caracterizan el nazismo.
Quizás esta otra
faceta del dictador alimentó aún más su frustración, lo que a su vez avivo la
necesidad de mantener en alto el régimen. El abuso de su padre y el vacío que
le generaba la relación tempestuosa con su madre le concibieron una identidad
débil Hay teorías que apuntan a que,
desde la niñez, ese vacío en la identidad de Hitler fue llenado con violencia.
Las artes siempre
fueron su mayor sueño, a pesar de que no contaba con el apoyo de sus padres,
Adolf probó suerte en la Academia de Bellas Artes de Viena, cada vez con peores
resultados. Podría interpretarse que durante sus años de vida, debido al
fracaso, Hitler se negó a aceptar una significativa parte de sí.
Por
otro lado, varias piezas de Bronislaw Huberman, violinista judío expulsado de
Alemania en el año 1933, también fueron encontradas en la colección de Hitler. Se
dice que el Führer
necesitaba música para calmar sus ansias, entonces ¿Qué efectos psicológicos
generó la música de Huberman, Rachmaninov y Tchaikovski en él en contraste con
la de Wagner? ¿Fue esto el detonante de la dictadura nazi?
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